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Verónica Tobeña

Para

Seúl

El chat de mamis como banderín de enganche a una nueva forma de praxis política

El chat de mamis como banderín de enganche a una nueva forma de praxis política

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¡¡Dale, dale, tenemos que llegar a trending topic!! Es con #LasEscuelasNOseCierran. Pongan otros más si quieren pero este es el que va sí o sí, sino nos dispersamos y no sirve.

Me encontraba en medio de esa misión a la que nos arengaba una mami desde el WhatsApp cuando me topé con este tweet:

¿Dónde está la gente de educación para defender a los niños? ¿Habeas corpus necesitan?

Cross a la mandíbula y dilema existencial: ¿cuál es el lugar de enunciación desde el que tengo que intervenir en esta historia?

Aunque hace más de diez años que me dedico a la investigación educativa, esta vez el sombrero que elijo es el de “mami”. Las mamis somos un colectivo en formación cuyo denominador común es tener hijos o hijas en edad escolar. Entre nosotras hay profesionales de todas las especies y colores, cultivamos una forma de hacer mundo sui generis, maleable a la flexibilidad que nos ofrecen las redes sociales, y nuestra mecánica de trabajo es horizontal y vertiginosa. Tenemos un interés común que es el bienestar integral de nuestros hijos, y compartimos la convicción de que la herramienta más adecuada para este objetivo es la educación presencial.

Juntas funcionamos como una comunidad de práctica: aprendemos unas de las otras, reconciliamos teoría y práctica (nunca actuamos sin una hipótesis informada ni nos entretenemos en especulaciones abstractas sin una vocación concreta) y la experiencia compartida en el seno de esta comunidad nos permite retroalimentarnos e iterar. A diferencia de la praxis académica, donde lo que importa es el saber acumulado, el “estado del arte”, a las mamis nos mueve conquistar conocimientos que nos permitan arribar a soluciones, tocar todos los cables y ver qué pasa si los desenchufamos y probamos nuevas conexiones. La diversidad de pertenencias disciplinares que condensamos nos ofrece un plafón formidable para nuestra vocación hacker. También la diversidad de género, porque huelga decir que en nuestro chat de mamis no somos solo mamis.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación son nuestras aliadas, o mejor dicho, son nuestro búnker. El chat de mamis nos dotó de un nuevo espacio en el que nuestro poder como individuos ganó una entidad y una voz que hasta la llegada de estas tecnologías carecía de canales para expresarse. El filósofo francés Michel Serres se ilusionaba con las derivas políticas que la naturaleza inmediata e individual a la que dan pie los medios digitales pueden tener hacia un orden que él denominó como egocracia, y que creo que apunta a resolver el hiato que se abre entre la agenda de la política con la agenda ciudadana. ¿Habrá llegado con el chat de mamis la hora de la egocracia? ¿Podremos finalmente, como individuos, ahora munidos de un dispositivo digital, ganar mayores grados de libertad y una manera de reclutar a nuestros semejantes que ya no sería del orden de una democracia participativa en la que entre el poder y el no-poder se interpongan cuerpos intermediarios con tendencia a esclerotizarse? ¿Y si lo que necesitamos ya no son think tanks sino do tanks y el chat de mamis es un banderín de enganche?

Quizás, habría que volver a pensar si la batalla cultural es un juego de naturaleza retórica que se libra en el plano discursivo o si la clave para salir de la encerrona está en el poder de acción que nos confieren nuestros celulares.

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