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Infancias y pantallas en tiempos de cuarentena. Repensar el nivel inicial y la virtualidad.

Actualizado: 5 nov 2020




Dos preguntas aparecieron con fuerza entre adultos/as cuidadores/as de niños y niñas frente a la cuarentena preventiva y obligatoria: ¿quién cuida a los/as más chicos/as, y qué hacemos con ellos/as en casa?


La primera pregunta pone de manifiesto un debate que el nivel inicial intenta trascender hace años: los jardines no son guarderías, son espacios educativos con intencionalidad pedagógica. El interrogante acerca de dónde dejar los/as niños/as cuando no hay jardín, no es nuevo. “No tengo quién lo cuide”, es una frase que se reitera en cada paro o día sin clases y evidencia la necesidad de repensar una red de cuidados que se sostenga con políticas públicas que contemplen licencias en los trabajos para éstos casos. Entonces, el dilema sobre quién cuida a los/as niños/as cuando los/as adultos/as a cargo trabajan, opaca el problema pedagógico del nivel inicial ¿cómo podemos sostener el proceso de enseñanza y aprendizaje de las infancias a la distancia?


La segunda pregunta es más compleja y requiere repensar estrategias de comunicación entre adultos/as que median en el proceso educativo de los/as niños/as, en otras palabras, un diálogo entre familias y docentes del nivel inicial que garantice un puente entre niños/as y jardín, en sintonía con el proyecto pedagógico de cada institución.


Es evidente que chicos y chicas del segundo ciclo de primaria pueden acceder de modo autónomo a plataformas digitales al estilo “edmodo” en las cuáles los y las docentes dejan “colgadas” actividades para realizar en esta cuarentena. Ni hablar del nivel secundario y los avances en torno a los/as jóvenes como prosumidores de la cultura digital y usuarios activos de plataformas educativas y formatos de educación a distancia.


Pero ¿cuáles son las condiciones de la “educación digital” en el nivel inicial?


En marzo, todos los jardines transitaban el llamado “período de inicio”, momento clave de adaptación para los/as niños/as que se quedan en las salas con sus docentes, siendo ésta, muchas veces la primera experiencia de ser y estar por fuera del ámbito familiar. A su vez, es el tiempo previsto para que las y los docentes realicen el diagnóstico del grupo, conozcan la dinámica particular y necesidades de cada uno/a y de todos/as a la vez, y planifiquen el resto del año en función de las características de “la sala”. En fin, es el momento fundante del “vínculo pedagógico”. ¿Cómo hacemos para generar y sostener este vínculo a la distancia?


Las propuestas de docentes de jardines de gestión estatal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que cuentan con el acompañamiento de facilitadores/as pedagógicos/as digitales (FPD), versaron durante esta primera semana, en torno a la creación y/o actualización de plataformas de comunicación con las familias: blogs, padlets, google drive, etc., con información sobre las novedades del coronavirus y recursos educativos seleccionados con un criterio pedagógico específico para los niños y las niñas de su comunidad. Además, algunas docentes subieron videos tipo “selfie” con saludos para su sala con el fin de sostener un vínculo con los chicos y las chicas, ahora mediado por la pantalla, pero con la condición indispensable de “verse las caras”.


Más allá de crear una biblioteca de recursos, el desafío que asumen los equipos docentes del nivel inicial es la producción y selección de contenidos y actividades digitales que tengan sentido pedagógico acordes a los lineamientos curriculares: prácticas del lenguaje, indagación del ambiente social y natural, matemática, arte y otras áreas. El jardín ofrece otras formas de usar los dispositivos digitales (en especial tablets y celulares) e internet: visitas guiadas a museos, graficadores, rompecabezas, producción de mapas y geolocalización, aplicaciones para intervenir imágenes, para escribir, audiocuentos, y muchas otras que tienen el propósito de ampliar las posibilidades de niños y niñas y evitar las limitaciones que supone el mainstream de YouTube.


Este contexto puede presentarse como una oportunidad para que las familias acompañen a los niños y las niñas en el uso de dispositivos digitales. Sabemos que las infancias se alfabetizan digitalmente de modo vertiginoso y esta facilidad habilita un aprendizaje intuitivo y autónomo que sorprende y a veces descoloca a los/as adultos/as que comparten con entusiasmo la ductilidad digital de sus hijos/as y nietos/as.


La atención de las infancias hacia las pantallas, aún en bebés, funciona casi mágicamente y genera un tiempo posible para que los/as cuidadores/as puedan realizar otras tareas. Esto, abre posturas variadas en torno al tiempo de exposición “adecuado” para los/as niños/as y se constituye en un nuevo parteaguas de las crianzas: “dar o no dar el celular”. Lejos de una mirada moralizante sobre el uso de TIC e infancias, las especialistas coinciden en prestar atención al menos a cuatro dimensiones al momento de mediatizar la relación de los/as niños/as con las pantallas:


  1. Los contenidos, los juegos infantiles, por ejemplo, son una de las primeras aproximaciones de los/as niños/as a las TIC, y éstos, más allá del entretenimiento, suelen estar cargados de ideologías. Se filtran la violencia que impulsa a destruir a todo aquello que sea diferente, la división genérica de actividades que reproducen y consolidan estereotipos hegemónicos, contenidos con imágenes sobre-sexualizadas inadecuadas para niños y niñas, entre otras representaciones sociales que generan impactos en las subjetividades infantiles y en cómo forman su acercamiento al mundo. Pues si durante la primera infancia no les enseñamos a los/as niños/as modelos sociales que diversifiquen su percepción, podrían construir su realidad creyendo que esos modelos que ven en las pantallas son los únicos posibles. En este punto, el criterio pedagógico del nivel inicial es fundamental.

  2. Los tiempos de exposición a las pantallas. Más allá de cronogramas de regulaciones posibles, que muchas veces funcionan más en términos de premios y castigos, lo superador tiene que ver con la diversificación de intereses que se puede ofrecer en los chicos y las chicas. Es posible pensar no en términos de consumidores pasivos, sino que pueda intercalarse con juegos (digitales y otros) y actividades de producción de contenidos propios.

  3. En este momento de aislamiento físico obligatorio, es interesante pensar los dispositivos digitales como un instrumento para el acercamiento social que nos permite la virtualidad, de niños y niñas tanto con sus pares como con otros/as adultos/as de referencia (abuelos/as, tíos/as, amigos/as) mediante distintas formas de telecomunicación, en oposición al uso solitario que muchas veces supone el uso de una tablet y/o un celular. En el caso de las primeras infancias es fundamental problematizar esta imagen, tan adulta, de un niño sólo frente a la pantalla.

  4. Las pautas de cuidado esperables a la hora de habitar internet. Cuidar no es sinónimo de controlar. Por el contrario, puede ser una oportunidad para construir con las infancias un diálogo que habilite pensar quiénes somos en internet, qué nos gusta hacer en ese entorno, qué videos generan incomodidad o miedo, y poder comunicarlo, establecer acuerdos sobre qué imágenes e información se comparte y cuáles no. Esto instala la pregunta acerca del conocimiento que los/as adultos/as tienen sobre los intereses de los niños y las niñas. Este tiempo de cuarentena podría generar las condiciones de posibilidad para poder escuchar, mirar, y acompañar a las infancias en los criterios de selección de contenidos digitales.


Puede suceder que las familias no cuenten con el tiempo necesario, ni con el conocimiento específico para realizar un trabajo de curaduría de contenidos, por esto, el intercambio de propuestas con sentido pedagógico que las/os docentes faciliten de modo virtual, podría contribuir a que las actividades en casa pivoteen entre el entretenimiento puro y la intencionalidad pedagógica.


La educación digital de niños y niñas requiere, entonces, de la presencia de los/as adultos/as que medien y de la comunicación de las familias con las instituciones educativas. Fortalecer este diálogo y revalorizar el conocimiento específico del nivel inicial y la importancia del vínculo pedagógico que se establece con los/as niños/as en ese espacio educativo, será uno de los desafíos de este aislamiento físico para garantizar el derecho de las infancias al juego y la educación.

 

(1)Los FPD son especialistas en educación y tecnología que asesoran a docentes del nivel inicial de CABA en la implementación de propuestas pedagógicas con dispositivos digitales. Forman parte del programa INTEC de la Gerencia Operativa de Tecnología e Innovación Educativa del Ministerio de Educación e Innovación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



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